Conflicto armado y narcotráfico: medio siglo de angustia colombiana
20.10.2014 14:18
Conflicto armado y narcotráfico: medio siglo de angustia colombiana
Este año el conflicto armado y el narcotráfico cumplen aproximadamente 54 años en Colombia. Siempre asociamos íntimamente estos dos términos, hoy día es difícil mencionar a uno sin hablar del otro. Es cierto que guardan una estrecha relación pero anteriormente se situaban en caminos separados, el contexto político y económico influyeron en su convergencia.
En los años 30, en medio de intentos de reformas políticas y sociales, se desataron muchas guerras civiles lideradas por los partidos tradicionales. Desde entonces el conflicto ha estado mayormente instaurado en las periferias campesinas, porque allí se puede poseer el control autónomo, lejos del Estado.
Pero la génesis más difundida del conflicto en Colombia es el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán que desencadenó el Bogotazo. Al respecto, el historiador Jorge Serpa Erazo menciona en un artículo de la web que el 9 de abril de 1948, se convirtió en el detonante del conflicto en Colombia porque la muerte del caudillo recrudeció la exclusión y persecución política del adversario y patentó el nacimiento de los movimientos insurgentes.
Posteriormente, a mediados de los años sesenta, se formaron Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), frutos de problemáticas sociales y políticas. Estas dos guerrillas controlan actualmente, gran parte de la superficie colombiana.
Por otra parte, los insumos del narcotráfico son muy antiguos, tanto así que sería imposible rastrear su origen. En Colombia, la dinámica de relacionamiento con este tipo de alucinógenos se da particularmente en la década del 60. El tema se vuelve relevante a finales de los 70 y principios de los 80 por el asunto de la bonanza marimbera, una nueva estructura de tráfico de narcóticos que dio paso a la cocaína y a la heroína en Colombia.
Personajes como Alfredo Gómez más conocido como ‘’el padrino’’, Benjamín Herrera Zuleta alias ‘’el papa negro’’ y Griselda Blanco fueron precursores del narcotráfico; establecieron rutas y encaminaron a los capos de los grandes carteles del país a controlar todo un negocio ilegal aprovechando la conexión principal con países vecinos como Bolivia y Perú, para lograr distribuir la cocaína en el mercado internacional, a medida que ampliaban sus rutas de distribución.
Andrés Felipe Preciado Restrepo, politólogo de la universidad EAFIT, sostiene que ‘’Colombia no es precursor en temas del narcotráfico. Pero, la cercanía de Colombia con Norteamérica influye en el negocio ilegal. Más que a personas, el potenciamiento del narcotráfico, se le atribuye a los carteles del país que convirtieron la comercialización de narcóticos en un negocio mundial’’.
Anteriormente, el conflicto armado, se financiaba por medio de robo de ganado, hurto de tierras, extorción y ‘’contribuciones voluntarias’’. El narcotráfico aparece en este escenario y resulta ser muy atractivo para los grupos armados porque les evitaba toda la gestión tediosa de los demás recursos.
La comercialización de sustancias ilícitas cambia radicalmente la dinámica del conflicto armado porque el narcotráfico es un elemento netamente de economía criminal muy productivo, no distingue de ideologías, su razón de ser se sustenta en una escala de demanda o un sistema de mercado que determina ciertos niveles de ingreso.
El Secretario de Gobierno Departamental de Antioquia y economista, Andrés Julián Rendón Cardona, presenta una visión economicista del tema: ‘’los grupos armados ilegales existen porque van detrás de una renta económica y si en la captura de esa renta económica tienen que disputarse con otros, entonces se desatan oleadas de violencia terrorista y cuando tienen que desafiar al estado para capturar esa renta, lo hacen.’’ Además declara que la economía del crimen en torno a los grupos armados ilegales fungen bajo una racionalidad que es la misma a la de una persona que emprende un negocio: busca maximizar sus ganancias y reducir sus costos. Los grupos ilegales han hecho eso a través de la extorción, la minería y el narcotráfico. Los autores del conflicto armado también disfrutan el dinero, claro está, ‘’porque nadie hace la guerra para no disfrutar del botín’’ afirma Gustavo Roberto Duncan Cruz, Magíster en Ciencias (MSc) en Seguridad Global por la Universidad de Cranfield (Reino Unido).
Los guerrilleros no se identifican como narcotraficantes pero si controlan rutas, están involucrados en temas de cultivos y de venta de narcóticos, no están involucrados en temas de ‘’narcomenudeo’’ que es el último eslabón de la cadena del narcotráfico, es decir, la venta y distribución de pequeñas cantidades a los consumidores finales. Las FARC, por ejemplo, pueden vender grandes cantidades a narcos pero no al detal, ese micro negocio no les compete.
Más adelante, la guerrilla se encargaba de cuidar los laboratorios de cocaína (como tranquilandia y villacoca) porque los narcotraficantes necesitaban una zona donde no estuviera el estado que precisamente es la periferia campesina. Llega un momento en que la guerrilla quieren más beneficio económico por parte de los narcos pero ellos no acceden y se desata una guerra, de allí surge una de las distintas aras del paramilitarismo.
Preciado Restrepo afirma, ‘’en el momento en que los carteles se encuentran en su máximo apogeo, los paramilitares se dan cuenta que si no se adentran en asuntos del narcotráfico van a terminar desapareciendo por la misma dinámica conflictiva y delincuencial que se incrementó en el país gracias al negocio de narcóticos. ’’ Es decir, el narcotráfico se convirtió en el sustento de la logística de los grupos delincuenciales de este país, bajo la consigna de dinero fácil.
Todos los grupos armados que surgían se daban cuenta que necesitaban controlar las vías y zonas de narcotráfico, pero lo hacían no solo para enriquecerse y como método de financiación, si no para sostener su poder. Duncan Cruz está desarrollando su tesis doctoral sobre ¿cómo el narcotráfico se convierte en poder?, al respecto enuncia: ‘’Los narcotraficantes aportaron mucho capital a las zonas periféricas, esto condujo a la inclusión en el mercado de las mismas, lo que significó que su actividad económica estaría a cargo de los actores que controlaban ese capital, ellos asumían la función de regulación de la sociedad. ’’
Duncan Cruz sostiene ‘’cuando un narco paga un soborno a un político colombiano, eventualmente está pagando para que lo deje gobernar un pedazo de la sociedad’’. El narcotráfico no es el principal motor de la guerra, pero sí la potencia. La comercialización de narcóticos acelera los procesos del conflicto entre la disputa interminable de la economía y el poder en Colombia.
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